Soy una chica muy desvergonzada

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Hola, me llamo Iñigo Montoya. Tengo 18 años y vivo con mi madre. Ella me crió sola, ya que, según me contó, mi padre había

muerto a poco de quedar ella embarazada. Esta historia es 100% real, y trata de como la convertí en mi puta fiel. Os lo adelanto

ahora porque un relato no tiene gracia si no sabéis lo que va a pasar al final.

 

La gran protagonista de este relato es mi madre, que tiene 36 años pero aparenta la mitad y a veces incluso la confunden con mi

hermana (y eso que no tengo).

 

Esta historia comenzó el verano pasado. Por aquel entonces no me había fijado demasiado en mi madre. Sí, sabía que era una

mujer muy guapa, porque al fin y a cabo es una rubia impresionante de aproximadamente 1.72m de altura, ojos azules, piernas

torneadas, tetas enormes talla 110 y un buen culo redondo trabajado a base de horas de gimnasio, pero nunca la había visto

como una mujer que no fuese mi madre.

 

Eso sin embargo cambió un día que, sin que ella se diese cuenta, se le cayó el tanga del cesto de la ropa sucia al ir a meterlo en

la lavadora. No sé porque lo hice, quizás la culpa la tengan las revolucionadas hormonas adolescentes, pero me dio por cogerlo y

olerlo. Supongo que quería saber a que olía un coño (en aquel momento era virgen).

 

Sabía que estaba mal, pero la tentación me pudo. Lo acerqué a mi nariz y *sniff, sniff*, ufff, que olor más embriagador. El aroma

del coño de mi madre me volvió loco y me hice 23 pajas esa noche pensando en ella. Desde ese día se convirtió en el objeto de

mis deseos, y fantaseaba con que la veía desnuda y me la follaba.

 

Un día se fue a duchar y se dejó la puerta del baño entreabierta. No me lo podía creer; era mi oportunidad. Me asomé

discretamente y observé como se despojaba de la ropa, pieza por pieza. Era muy excitante, me estaba poniendo cachondo como

nunca, hasta que... WTF! Mi madre tenía tres tetas.

 

Mi madre había quedado totalmente desnuda, y resulta que, a pesar de aparentar ser una mujer completamente normal, tenía un

tercer pecho, que llevaba comprimido con con cinta aislante para que no se notase.

 

Me quedé de piedra. Estaba estupefacto y permanecí inmóvil durante el rato que estuve en shock, y claro mi madre me acabó

viendo.

 

 

¡Pero hijo!, ¿qué haces aquí? —exclamó mi madre.

 

Yo... es que... —no sabía muy bien que decir, pero mi vista seguía clavada en esa tercera mama. Mi madre se dio cuenta y se la

tapó.

 

Hijo, sal y espérame en el salón. Tenemos que hablar.

 

Avergonzado por la situación, obedecí. Pensaba que me iba a caer una buena por haberla espiado, pero cuando hablamos mi

madre no le dio importancia a lo que había hecho. En lugar de eso, estaba mucho más preocupada por que había descubierto que

tenía tres pechos.

 

Hijo, verás... soy marciana.

 

¿Qué? —no sabía si mi madre estaba de coña.

 

Que nací en marte. Soy una mutante marciana, y por eso tengo tres tetas.

 

... —yo iba a decir algo, pero en ese momento la puerta de casa fue derribada y entraron tres enormes ratones antropomórficos

montando en motocicleta.

 

¡Cuanto tiempo, puta! —exclamó el hombre-ratón que parecía ser el líder.

 

¡Oh dios! —mi madre puso cara de terror.

 

¿Qué pasa, mamá?

 

Es tu padre y su banda de Motorratones de Marte.

 

¿Mi padre? —pregunté incrédulo— ¡No puede ser!

 

Sí que lo es, cariño —insistió mi madre con lágrimas en los ojos—. Fue mi primer novio.

 

... —joder, tenía sentido porque eso explicaba por que yo tengo una cola de rata; pero siempre había deducido que mi padre

debía ser un saiyan alopécico. Sin embargo me costaba aceptar que ese hombre-ratón pudiese ser mi padre —¿No me dijiste que

lo había matado un hombre que tenía 6 dedos en una mano?

 

¿Matarme a mí? —interrumpió mi supuesto padre— jaja, te equivocas, chaval. Nadie puede conmigo. Tu madre era una puta en

un burdel marciano y se escapó de mí cuando la dejé preñada. Por tu culpa perdí una buena zorra, así que voy a darte una paliza

y voy a llevármela de vuelta a Marte.

 

Antes de que pudiese hacer nada, se bajó de la moto y me propinó un puñetazo que me dejó tirado en el suelo, incapaz de

moverme. Mi hermano gemelo, que pasaba por ahí, también intentó impedirlo, pero el ratón lo mató de un golpe... aunque eso da

igual porque él no es importante en esta historia.

 

Chavales, estoy cachondo —anunció el hijo de puta— ¿Qué tal si nos follamos a esta guarra aquí antes de llevárnosla a Marte?

 

¡Buena idea, jefe! —sus lacayos asintieron.

 

Oh, no, por favor —suplicó mi madre.

 

¡Calla, zorra! —gritaron los tres al unísono.

 

Esos cabrones no tuvieron ninguna piedad. Se quitaron la ropa hasta quedar desnudos y mostrar tres enormes mástiles. Nunca

había visto unas pollas así de grandes. La mía es normalilla, de unos 23cm, pero las suyas debían ser de casi 31.

 

Sin perder ni un minuto, arrancaron las prendas a mi madre, la pusieron a 4 patas y la ensartaron por sus 3 agujeros.

 

MmMNhMMHm.... —mi madre ya no se resistía y gemía de placer.

 

Echabas de menos esto, ¿eh, puta? —el ratón líder sonreía sádicamente.

 

Arghghghg —era lo único que podía contestar mi madre al tener la boca llena de verga ratonil.

 

Yo estaba flipando. Mi madre era una zorra de campeonato. En ese momento se corrieron los cuatro al unísono en un orgasmo

que causó un terremoto en Nepal al día siguiente.

 

No pude evitar empalmarme ante semejante exhibición sexual. Joder, si ya fantaseaba con ella, ahora lo iba a hacer mucho más.

Estaba cachondísimo viendo la escena, y no pensaba permitir que esos roedores malnacidos me apartasen de semejante guarra.

 

Decidido a convertirla en mi puta particular, reuní fuerzas para ponerme en pie y desafiar a los tres Motorratones.

 

Vaya, el chico tiene agallas —dijo el líder— supongo que es lo que tiene ser hijo mío jajaja —dijo antes de volver a tumbarme

con otro golpe certero.

 

Volví a levantarme varias veces más, pero no pude hacer nada frente a él.

 

Vaya, parece que estás decidido a salvar a tu mami —dijo mi padre burlonamente—. Haremos una cosa, te doy tres días para

entrenar. Después volveremos y si no nos logras vencer, nos llevaremos a nuestra puta.

 

Los tres ratones me dejaron tirado en el suelo y se fueron con sus motos. Estaba cachondo y pensé que lo mejor sería follarme a

mi madre ahí mismo y disfrutar de ella durante estos tres días, pero le puse huevos y decidí salir al jardín a entrenar para evitar

que se la llevasen. La ingenua de mi madre pensaba que lo hacía para protegerla, pero yo sólo quería convertirla en mi puta para

el resto de mi vida.

 

Estaba practicando artes marciales y ensayando hadoukens en el jardín cuando me vio mi vecino, el Sr. Feeny. Me preguntó qué

hacía y le conté la historia. Me dijo que era imposible que pudiese prepararme para el combate en sólo tres días, pero me ofreció

una solución.

 

Me comentó que un amigo suyo tiene una sala de entrenamiento en la cual el tiempo pasa más lento, de forma que un día fuera

de ella equivale a un año en su interior, por lo que si me metía dentro, podría entrenar durante tres años antes de que volviesen

los Motorratones.

 

Lógicamente acepté la propuesta y me fui a la dirección que me dio. Allí me recibió un hombre negro llamado Popo. Le dije que

quería entrenar para vencer a unos abusones del instituto. Ya sé que no era verdad, pero es que si algo he aprendido en esta

web, es que si un negro se entera de que tienes una madre, se la acaba follando.

 

Popo me permitió usar la sala de entrenamiento, y pasé tres duros y largos años entrenando allí. Cuando acabé, me sentía mucho

más fuerte, y listo para destruir a esa banda de ratones macarras. Llegué a casa poco antes de que lo hiciesen ellos.

 

A ver si te has hecho más fuerte mocoso —me retaron.

 

Yo no dije nada, simplemente concentré mi energía. Cuando me sentí preparado, realicé una patada voladora que impactó en la

sien de uno de los Motorratones, que cayó al suelo. Sin duda ahora era más fuerte que ellos.

 

¡Maldito niñato! —exclamó mi padre. Intentó pegarme, pero le esquivé y le di una torta que lo estampó contra la pared.

 

¡Oh no, es demasiado fuerte! —los tres estaban aterrados ante mi nuevo video xxx poder— ¡huyamos!

 

Yo no estaba por la labor de permitirlo, y me teletransporté hasta cada uno de ellos, dándoles un golpe mortal que les causó la

muerte. Luego cogí sus cuerpos y los lancé al sol.

 

Matar a los Motorratones de Marte me otorgó 750 puntos de experiencia, con lo que subí de nivel. Esto me permitió aumentar mi

destreza sexual, así como desbloquear la habilidad “megapollón”. Ahora tenía un rabo de aproximadamente 36cm, por lo que

estaba listo para taladrar a mi madre.

 

Oh, hijo, me has salvado —dijo la muy inocente.

 

LOL, eso te crees, ahora vas a ser mi zorra —le dije revelando mis intenciones.

 

Ella no se escandalizó. No pudo, porque no sólo le revelé mis intenciones, sino que también le revelé mi nuevo megapollón. Se

quedó embobada mirándolo.

 

Ahora verás, guarra —puse a mi madre a cuatro y me la follé por los tres agujeros a la vez, como habían hecho los

Motorratones.

 

HHhAaahhhh, hHAAAahHhHH, hhaHHhHh —mi madre jadeaba.

 

Uff, ufff —yo resoplaba.

 

Jmhmhmmh —mi madre gemía.

 

Plas, plas, plas —sonaba mi pubis contra su coño.

 

Chof, chof, chof —sonaba el empapado chocho de mi madre.

 

Ah, Ahhh, Ahh —yo jadeaba.

 

Miau, miau, miau —mi madre maullaba como la gata en celo que era.

 

Muu, muu, muu —yo mugía como el toro bravo que era.

 

Quack, quack, quack —ahora estaba tan cachonda que emitía sonidos de pato.

 

Croac, croac, croac —y yo de rana. Luego hice de zorro, pero no sé como escribirlos.

 

AAGHGH —mi madre seguía jadeando.

 

MFFF —yo seguía resoplando.

 

Ni-no, ni-no, ni-no, ni-no —sonaba una ambulancia que pasaba por la calle.

 

MMMH —mi madre disfrutaba.

 

Ahhh —yo también disfrutaba.

 

O-M-G —deletreó mi madre.

 

XD —puse cara de emoticono.

 

OhoOHOHO —pude sentir como mi madre se corría varias veces.

 

Estuvimos así cuatro o cinco horas. Fue una pasada; tenía los agujeros bien calientes, húmedos y apretados. Ella también. Me la

follé de todas las formas posibles, incluso por orificios que los anatomistas todavía no han descubierto, hasta que ya no pude

más.

 

Joder, mamá, ¡me corro! —anuncié.

 

Sí, hijo, ¡córrete en mi cara! —me pidió entregada.

 

Y así lo hice. Reventé en un enorme clímax. Mi chorro de semen salió a tanta potencia que ella fue lanzada hacia atrás contra la

pared. Yo no podía parar. Litros y litros de corrida salían a presión, cubriendo la cara de mi madre hasta dejarla como la de

Casper.

 

A partir de ese día, follamos como conejos. La convertí en mi puta fiel y ambos disfrutamos de nuestra nueva relación, basada en

el sexo duro con jovencitas.

 

Espero que os haya excitado leer mi historia tanto como a mí recordarla. Las historias reales son las más morbosas. Tenía que

parar de escribir tras cada línea, para follarme a mi madre otra vez o pedirle que me haga una cubana con sus 3 tetas, de lo

cachondo que me pone recordar lo sucedido.

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